El Perrito de Víctor Opinión

Soundtrack 03. La alegre depresión de dos amigos de Terán

Por: El perrito de Víctor

Un buen amigo del perro tuvo la oportunidad de dar clases en Zaragoza, España. Platica que hizo una buena amistad con la dueña del lugar donde estaba hospedado y en una ocasión que vino a México se le hizo buen detalle llevarle un disco de un grupo representativo de nuestra música mexicana: Los Alegres de Terán.

El comentario, después de escuchar al álbum de lo que ahora se catalogara como de estilo regional mexicano, no podía ser más obvio de parte de la española: “¿Y estos que tienen de alegres?”

No era para menos.

¿Cómo pueden denominarse así alguien que canta versos tales como “Voy a llorar a llorar lágrimas de amargura, voy a llorar a llorar lagrimas de mis ojos, ¡oh!, ¿en dónde estás?, oh ¡bellísima criatura!, voooy a llooorar esta pasión por ti.”

El disco del que quiere divagar el canido en esta ocasión es “Alegres de Terán vol. IV” una pieza de Falcón Records, grabado a finales de los años setenta. La grabación, cabe señalar, está impresa en un acetato bastante flexible y resistente, de muy buena calidad, además de que posee un muy volumen.

Los Alegres de Terán son (o eran), Tomás Ortiz y Eugenio Ábrego, bajo sexto y acordeón, respectivamente, y no necesitaban más. Tal vez sólo los acompaña un contrabajo a cuyo ejecutante no se le da crédito en ninguna parte de la funda del acetato. Nada de sintetizadores, baterías ni exóticas percusiones.

El volumen IV se ajusta exactamente al estilo depresivo que caracterizó a este dueto norteño y bien podrían clasificarse sus letras como depresivas y más características del estilo dark. ¿La Cura del Norte?

Comienza la grabación con “Mundo engañoso”, pieza que habla sobre la hipocresía que abunda en el mundo, sobre la ingratitud humana (no la canina, por cierto).

Ya enrolados en la onda del reproche le siguen con “Engañosa y cobarde”, “Pasión oculta” y “El parrandero” canción que a pesar de su título, no es para nada festiva ya que habla de la inmersión del autor en el siempre atractivo mundo del alcoholismo.

Termina el lado A con “Busca otro amor”, una canción de la que se han hecho algunos covers y que habla precisamente de la renuncia al amor, a la pareja ideal ante la imposibilidad que tiene el intérprete de renunciar a su gusto por la bebida. (¡Salud!, dice el can mientras le da un sorbo a su caballito de mezcal).

La cara B contiene “Copa vacía”, “Paloma errante”, “El soltero”, “Corazón cobarde” y termina con la romántica “Chiquitita”, que no es para nada similar ni cercana a la canción que haría famoso al grupo Abba.

Como se ha mencionado, el álbum se ajusta bastante a los gustos y necesidades de quien se encuentra por demás deprimido y gusta de echarle sal a su herida.

La única canción que se sale de este perfil sería “El soltero”, tercer corte del lado B, y en la cual el autor plasma su necesidad de recuperar la libertad ante la intolerancia de su mujer a su gusto por llegar muy de madrugada. 

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