El Perrito de Víctor Opinión

Soundtrack 14. La infancia que ya no es y Don Cri Cri

Por: El Perrito de Víctor.

El Perrito ve a la nena, que dice tener cuatro años, tomar la tablet de su entrenadora y le sorprende cómo la maneja. Piensa el animal redactor, que parece que ha nacido con ella.

Hasta entonces, “le cae el veinte” a qué se refería su compañera de trabajo cuando le trataba de explicar el término “intuitivo” en el contexto de la nueva computación.

Más o menos la charla era sobre las diferencias entre los sistemas operativos IOS y Android y sobre las ventajas de accesibilidad que tiene el sistema de la manzana mordida sobre la del robotito verde.

La nena objeto de observación del Can redactor no encuentra ninguna diferencia entre uno y otro sistema y lo cierto es que explora en la máquina, igual y sea tablet o IPad, rastrea archivos y localiza los juegos de su preferencia que la dueña de la máquina ni sabía dónde estaban.

Aunque la nena en cuestión ya tiene la edad legal para estar en la antesala del jardín de niños no tiene ni idea de quiénes son el “Ratón Vaquero”, “El soldadito cojo” o “La pobre muñeca fea”, una seria desventaja de su generación, supone el canino.

Y es que la música de  Don Francisco Gabilondo Soler, considera el babeante redactor, deberían seguir siendo parte de cualquier preparación inicial de los niños de México.

Era una ventaja fundamental en la infancia de cualquier infante, ladra el redactor, el contar de manera musicalizada, con historias que siempre dejaban algún tipo de enseñanza o que por lo menos conmovieran.

El Perro Redactor debe confesar que no sabe si el disco a comentar es de su perruna propiedad o si es de su hermana menor. Lo cierto es que en el vaivén de los años terminó en su discografía y se trata de “Homenaje a Cri Cri” (RCA Víctor MKL-1095), una pieza que, según la información plasmada en el forro, se editó con motivo del 23 aniversario de la emisión de los cuentos del autor en la XEW.

Obviamente el ejemplar en propiedad del can debe ser una reedición del disco original, o ¿quién sabe?, a lo mejor el peludo sí es más veterano de lo que admite.

El lado A del acetato abre con “Marcha de las letras”, súper conocida canción por los integrantes de la ahora llamada generación “X”, porque junto con “Caminito de la escuela”, no había primaria pública que se respetara que no la pusiera los lunes por la mañana a la hora de la entrada.

Le sigue el “Ratón Vaquero”, única canción que en la vida escolar del perruno redactor le tocó bailar en un festival del 10 de Mayo.

Y luego viene el drama familiar de “La patita”, sí, esa que va al mercado a comprar todas las cosas del mandado y a quien —ya desde entonces— no le alcanzaba por lo caro que estaba todo. Sus pequeños tendrían que comer mosquitos por culpa de un desobligado padre.

“Cucurumbé” es la cuarta canción del lado “A” y constituye un himno de dignidad para una comunidad que hasta hace poco tiempo resultaba inexistente en nuestra nación: los afromexicanos. Don Gabilondo le dice a una nena “de color”, “pues que no ve, que así negra ta’ bonita, Negrita Cucurumbé”.

Viene enseguida un cuento: “Los tres cochinitos”,  de los cuales uno soñaba que era un rey y al que de repente le entró el gacho antojo de un pastel.

Cierra el lado “A” del disco con “La olla y el comal” y su inolvidable frase “Oye olla, oye, oye”.

Con el lado B el Can se topa con la sorpresa de que casi no reconoce ninguna de las piezas, salvo “Bombón I”, tercer corte de la lista.

Viene “La marcha de las canicas”, “Tango medroso”, “Vals del trompo”, “El fantasma” y “El soldadito cojo”.

Sabe el perruno que mucho se ha hablado sobre si realmente Cri-Cri escribía sus canciones exclusivamente para niños y que hay hasta quienes sostienen que algunas estaban llenas de picardía. Lo cierto es que su talento como compositor es innegable.

En uno de los programas nocturnos de Verónica Castro, y en el cual estuvo de invitado el grupo Fobia, Chá, el bajista, recordaba precisamente la influencia que habían tenido las canciones de Soler en el desarrollo de su estilo. Y más, Iñaquí, el tecladista, reconoció que gran parte de lo que hacía en las canciones del grupo era ambientar al estilo de Cri-Cri con “ruiditos” y “cosas raras”.

Escucha el Can las canciones que les gustan ahora a los nenes pequeños y no las comprende. Rara vez hay historias o tienen algún sentido. Se imagina que son piezas sólo para distraer, pero sin generar procesos mentales que les ayuden a los niños a pensar.

De cualquier manera,  quienes lean este texto pueden tener acceso a la música de Don Francisco Gabilondo Soler en el sitio  http://bit.ly/2eMQdeJ, que de acuerdo a su creador no es el sitio oficial, sino el de un fan del compositor. 

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