Por: El Perrito de Víctor
Rita Guerrero murió. Noticia impactante. Más impactante resultaron, sin embargo, los detalles que rodearon su desaparición: murió de pobreza…bueno, no exactamente, pero algo muy cercano.
En sus últimos días, los amigos, compañeros de trabajo, los colegas de la cantante, organizaron eventos y hasta una campaña en redes sociales para reunir fondos y costear su tratamiento contra el cáncer que la consumía.
No lo logró y como muchas mexicanas más, perdió la batalla contra la enfermedad. ¿Por qué murió así?, o más bien, ¿por qué terminó así una de las pocas y auténticas “Rock Stars” de la escena nacional?
El perro no lo sabe. Así como tampoco sabe ahora cómo supo de la existencia de Santa Sabina. Su música no era programada en la radio, ni aún durante el auge del movimiento conocido como “Rock en tu idioma”.
Tal vez los vio en alguna de las emisiones de “Águila o rock”, legendario programa de entrevistas-documentales que transmitió el Canal Once en 1989 y que tenía como conductoras nada más y nada menos que a la propia Rita Guerrero y a Cecilia Toussaint.
La entrevista con Santa Sabina constaba de tomas en blanco y negro y el tono no podía ser más formal y acartonado. Los integrantes del grupo hablaban y hablaban insistiendo en la seriedad de su proyecto y su compromiso con el mismo, pero lograban su objetivo: convencían. Hacían saber o más bien creer que quienes los veían formaban parte de algo importante e incluso de un momento histórico, como si no lo fueran todos.
Narraban los músicos que el grupo se había formado a raíz de diversos proyectos teatrales y que su metodología de trabajo seguía precisamente esa disciplina: la de un montaje escénico, con horas y horas de ensayo.
En una entrevista mucho más reciente con Patricio Iglesias, el exbaterista de la agrupación, éste recordaba precisamente eso, que Rita les exigía una entrega total al proyecto con ensayos diarios de hasta ocho horas. Santa Sabina no era una diversión o un hobbie, era un trabajo formal que había que asumir como tal. No sorprende así, que se tratara de una de las bandas más precisas en sus interpretaciones en vivo.
En el programa televisivo de Canal Once la banda interpretaba algunos temas, el mejor de la emisión, de acuerdo al finísimo olfato canino del redactor, fue “¿Qué te paso?”. La impecable voz de Rita, seguida por los teclazos de piano de Juan Sebastián Lach (sic), resultaban totalmente novedosos para la época. ¿Qué decir del contundente hacer de Patricio, apoyado por el poderoso bajeo de Alfonso Figueroa? La formación la completaba Pablo Valero en la guitarra.
Como mencionaba ladridos arriba el redactor, la entrevista cumplió su función y motivó al perro a comprar el CD del grupo titulado simplemente así: Santa Sabina.
Es poco probable que el álbum haya sido editado en acetato porque ya para entonces la industria estaba en proceso de transición y lo más nuevo era precisamente el formato pequeño.
El disco fue editado hasta 1992 por BMG, pero bajo el subsello “Culebra”. Lo mejor, o bueno, parte de lo mejor, es que se trata de una producción de Alejandro Marcovich. Sí, ese mero, el guitarrista de Caifanes.
El disco abre con “No me alcanza el tiempo” (http://bit.ly/2uJjrSJ). Una reflexión sobre el acelerado ritmo de la vida urbana y cómo afecta este el contacto entre los seres humanos. Faltaban años para la nueva normalidad generada por la pandemia de Covid-19.
Le sigue la que tal vez sea la más popular canción del grupo, o una de las más populares: “Azul casi morado” (http://bit.ly/2uJL4Ln) con su inolvidable coro: “Puedo intuir, puedo oler, puedo pensar, pero saber jamás”. La letra habla sobre el insondable misterio de las personas y en especial de esas con quienes más nos relacionamos íntimamente. Al explorar en el interior de ese ser, todo resulta ser precisamente así: azul, casi morado. Misterioso.
El disco incluye canciones como “Gasto de saliva” o “Chicles”, que pudieron haber sido hasta divertidas, pero la ligereza no era precisamente lo de Santa Sabina. Lo de esta banda era más bien lo oscuro, lo intenso, lo sublime… lo artístico. Lo logran con canciones como “Vacío”, “Siente la claridad” o “Sueño de agua”.
Mención aparte merece “A la orilla del sol” (http://bit.ly/2w7nN5L), una verdadera pieza poética de Adriana Díaz, letrista con la que el grupo trabajaría en sus siguientes discos.
¿Qué decir de “Mírrota” (http://bit.ly/2v72ST4)? ¿Ejercicio vocal de Rita?, ¿el abstracto plasmado en una canción de rock? La pieza —un grito toda— destila sensualidad, dolor, sensibilidad. Todo lo que conlleva envejecer.
Sólo una vez tuvo oportunidad el perro de ver a Santa Sabina en vivo. La presentación fue en el Salón Río y muy probablemente le tocó abrir el concierto a “Moda Foca”.
Rita venía rodeada de todo un halo de misterio. Se decía, desde entonces, que era inaccesible.
Autoconcebida como “artista” más que como estrella de rock, o una rara mezcla de ambas, se mencionaba que la cantante sentía poco apego por la “provincia” mexicana. Desde su visión centralista de la república, en el interior del país había poca gente preparada para entender la “profundidad” de su música, de sus letras, de su mensaje.
El can desmemoriado no recuerda haberla oído decir nada. Nunca se dirigió al público asistente. Santa Sabina llegó a hacer lo suyo: interpretar sus canciones una tras otra de manera tan exacta que podría decirse que no había variaciones con las piezas plasmadas en el disco.
¿Que la cantante diera oportunidad de que el público la apoyara en los coros?, ¡ni pensarlo! El escenario era sólo suyo.
Cosa rara para la época. No hubo empujones ni brincoteos durante el set musical de la banda. Por el contrario, fue un concierto ordenado. Tal vez era lo que quería Rita. Que la gente escuchara sus canciones y tratara de entenderlas, que se captara su contenido, que aunque no dijera nada, la trataran de entender.
Recuerda el perro que después de un rato su acompañante —una incipiente fan de la cantante— le pidió ir por unas cervezas. Cosa rara en un concierto de la época: en plena presentación del grupo principal la barra del salón estaba llena. ¿Rita tenía razón?, ¿los borrachos rockeros provincianos no estaban preparados para su material? Tocará a otros reflexionar sobre el tema, pero por lo pronto el Can se pronuncia abierto a cualquier invitación para discutir sobre este u otros temas a la luz de unas cheves, aunque sea luz azules, casi morada.
Yo creo que Rita era accesible en ciertas circunstancias pues en su concierto en el Teatro de La Paz me acerqué a ella y además de saludarme muy amable, me dió un abrazo y un beso.
Tristemente no creo que se repita un grupo como la Santa…
Que lamentable la manera en que sucumbió Rita,estaba bien morro ,nunca pude ir a verla pues en mi familia nadie queria acompañarme a ver los grupos que me interesban,lo más cerca que estuve de verlos cuando Rita vivia,creo fue en una presentación en el IPN por el planetario Luis Enrique Erro,pero no pude llegar,lastima el tiempo no regresara,todozul cai morado