El Perrito de Víctor Opinión

SOUNDTRACK 24. El dramático romanticismo de Julio Jaramillo

POR: El Perrito de Víctor

¿Amores de ultratumba?, ¿historias de amor que se escriben con sangre? No, el Can no disertará en esta ocasión sobre algún grupo dark, sino de una de las grandes estrellas del bolero sudamericano: Julio Jaramillo.

El disco en cuestión carece ya de su funda. En alguna mudanza o hasta en una reunión informal debe haberse perdido y ahora el acetato rueda solo con la frágil protección de una bolsita de plástico.

Lo importante es su contenido intangible: un cúmulo de caninos recuerdos relacionados a una serie de poderosas canciones.

Vuelve el pensamiento del Can a sus días de infancia, a esos domingos interminables en que sus padres disfrutaban de los sentidos boleros de Jaramillo, pero también de los de Olimpo Cárdenas, Daniel Santos, Los Panchos y Los Dandys. Todo ello acompañado de buenos tragos de brandi o hasta de tequila.

No podían faltar tampoco las largas charlas con los amigos y vecinos. Convivios casuales sólo para escuchar música y platicar.

El disco es de una empresa llamada simplemente “eco” y tiene un sello de derechos reservados del año 1971. El Can sin embargo, considera que debió escucharlo más tarde, como a principios de los años ochenta.

El disco no tiene nombre, simplemente porta el del cantante y en letras pequeñas informa que en la grabación fue acompañado por Roselino Quintero y su Grupo.

Comienza el lado A con “Devuélveme el corazón”, una canción de Emma A. Valdelamar.

Pensarás que a qué he venido

si ya todo ha terminado

piensas que cariño pido

pero te has equivocado.

Dirás quizá que estoy loco

o que me falta un sentido,

pero por besar tu boca

el corazón he perdido.

Yo no vengo a que me quieras

ni a cantarte una canción

sólo vengo a reclamarte

que me des mi corazón.

El corazón que una noche

muy confiado te entregué

y sin ver que lo engañabas

en tus manos lo dejé.

Ya veo que me lo devuelves

pero yo te lo di entero

en pedazos no lo quiero

te puedes quedar con él.

Sentida canción de reproche que plante más o menos el sentido que tendrá el álbum en general. La sigue “Cigarro en cigarro”, de Bonie García.

Vivo solo sin ti,

sin poderte olvidar

ni un momento nomas.

Vivo pobre de amor

en espera de quien

no me da una ilusión.

Miro al tiempo pasar,

al invierno llegar,

todo menos a ti,

si otro amor me viniera a llamar

no lo quiero ni oír.

Otra noche espere,

otra noche sin ti,

aumentó mi dolor,

de cigarro en cigarro

cenizas y humo en mi corazón.

Otra llegadora canción de un amor no correspondido. La espera y la nula respuesta del objeto del deseo, además de la resistencia a intentar con un nuevo amor.

Viene enseguida “Ya estamos iguales” de José Alfredo Jiménez que en versión de bolero no pierde su aire bravío y echador.

Si volviste de nuevo

a mi lado no esperes

que ahora

igual yo te quiera.

Tú has pensado

que yo soy tan fácil

hasta que soy plato

de segunda mesa.

Si por otro

me dejaste un día

tendrás que atenerte

a las consecuencias.

Ya he perdido

en ti la confianza

tú tienes la culpa

que ya no te quiera.

Ya no quiero

saber de tu nombre

sin embargo,

perdoné tu ofensa.

Hoy estamos

de nuevo ya iguales

sigue por el camino

que a ti te convenga.

Viene enseguida una clásica. “Nuestro juramento” de Benito de Jesús. ¿Quién no recuerda el poderoso requinto de la introducción?

No puedo verte triste

porque me mata

tu carita de pena,

mi dulce amor.

Me duele tanto el llanto

que tu derramas

que se llena de angustia

mi corazón.

Yo sufro lo indecible

si tu entristeces.

No quiero que la duda

te haga llorar.

Hemos jurado amarnos

hasta la muerte

y si los muertos aman,

después de muertos

amarnos más.

Si yo muero primero,

es tu promesa

sobre de mi cadáver

dejar caer

todo el llanto que brote

de tu tristeza

y que todos se enteren

de tu querer.

Si tu mueres primero,

yo te prometo

escribiré la historia

de nuestro amor

Con toda el alma llena

de sentimiento,

la escribiré con sangre

con tinta sangre

del corazón.

Poderosa letra y poderosa música. Infaltable en cualquier perra noche de bohemia, de bolero. Extraña al canino que de esta canción no existan nuevas versiones ya que su éxito estaría más que garantizado.

Cierra el primer lado del disco con “Que te perdone Dios” de Filemón Macías.

De un pecado me acusa,

la injusticia de mi signo,

que ha destrozado mi vida,

por falta de tu querer.

He vagado por senderos

encontrando solo abrojos

sin que nadie mitigue

la injusticia de mi mal.

No te culpo de nada

ni del mal que me has hecho

por lo que yo he sufrido

Que te perdone Dios.

Otra deliciosa canción llena de un aire nostálgico que le imprime esa trompeta con sordina y el triste sonido de los bongoes. Justo para cerrar una cara del disco porque lo que sigue es el melancólico sonido de la aguja del tocadiscos recorriendo los últimos surcos del acetato haciendo ese clásico ruido blanco con su cadencia repetitiva.

Por raro que parezca el lado B señala que los derechos protegidos son de 1972 y en la grabación de las canciones contenidas, don Julio estuvo acompañado por Roselino Quintero y su conjunto; Mario Núñez y su conjunto además del Trío Los Plateros.

Comienza la colección de canciones con “Las hojas muertas” de Antuman Leeves en una versión en castellano de Molina.

La siguiente canción es “Me duele el corazón” de Yaguito Mendoza. Otro bolero mortal, de soledad y desamor.

Me duele el corazón

con tal violencia,

me duele que no puedo respirar…

No sé qué pasará con este gran dolor

de noche no me deja descansar

¡Pobre de mí!

No sé qué pasará con este gran dolor

de noche no me deja descansar

¿Dónde están mis amigos? No los veo.

¿Dónde están mis hermanos? No los hallo.

Solito he de sufrir,

solito he de llorar,

solito yo me tengo qué acabar

¡pobre de mi!

Solito he de sufrir,

solito he de llorar,

solito yo me tengo

qué acabar.

Delante de la virgen me arrodillo

le pido que no me haga sufrir más

que me haga ese favor

no hacerme padecer

sino hasta la razón

voy a perder.

Como tercer corte del lado B aparece “Pasional” de Carlos Mangel, un melancólico bolero aunque menos dramático que el resto de las canciones del disco. La pieza da paso a las dos únicas canciones que podrían considerarse divertidas: “Botecito de vela” y “Ay mexicanita”.

A manera de resumen el Can podría decir que este álbum de Julio Jaramillo recopila varios de sus éxitos, que como ha explicado en ocasiones anteriores los cantantes distribuían en discos más pequeños de 45 revoluciones por minuto. De esa manera las disqueras aseguraban recuperar su inversión en el artista: incluyendo sólo éxitos comprobados de venta garantizada en un long play (LP).

Se trata de un disco que está lleno de melancolía y romanticismo. Justo para oír con amigos al calor de las copas o en la soledad, sufriendo por un mal amor y con ganas de echarle más sal a la herida.

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