
Por: El Perrito de Víctor
Camina el Can por el pasillo de un centro comercial próximo a su casa. A su lado, y “sujetando su correa”, va su domadora. De las bocinas colocadas estratégicamente en una de las cada vez más raras tiendas de discos y videos de la ciudad salen las notas de un acordeón, un bajo sexto, un bajo y una batería. Son el marco y telón de fondo de una clásica voz “norteña”.
Perro y dueña se detienen. Escuchan y entran en el lugar para averiguar de qué material se trata. Explica la domadora a su bien entrenado compañero que la canción en cuestión la cantaba su mamá cuando hacía sus labores domésticas…y quiere ese disco lo cante quien lo cante.
Piensa el perrucho que la nostalgia es un producto atractivo y muy vendible.
La pieza musical es “Ingrato amor” de José Reyes Flores y aunque antes de ese día el Can no la había oído, no puede evitar sentir una cierta reminiscencia hacia su propia niñez. Esa canción, o una canción así, también la pudo haber cantado su padre, su madre o un vecino. El chiste es que cumple en todo con el perfil de recuerdo entrañable.
Ingrato amor.
Amor ingrato.
Amor que se aleja
y en el alma deja
tristeza y dolor.
Ingrato amor,
amor que un día
mataste a mi vida
abriendo una herida
en mi corazón.
Ingrato amor
que tanto lloro
más ya no imploro
besar esa boca
que tanto bese.
Ingrato amor
pedacito de mi alma
amorcito que tanto adore.
Ingrato amor…
Drama, llanto y sentimentalismo exacerbado. “Ser cursi es ser mexicano”, dice por ahí, en algún lugar el siempre ocurrente (aunque pocas veces profundo) Carlos Monsiváis y sí, ¿no?


El disco es “Desde la Cantina”, volumen 1, un acoplado de CD+DVD en el que el grupo rescata los éxitos más sonados de la música regional del norte del país.
El DVD está grabado efectivamente en una cantina real de Guadalupe, Nuevo León y para su elaboración, la agrupación encabezada por Beto Zapata (acordeón y voz) y Pepe Elizondo (bajo sexto y segunda voz), invitaron a los intérpretes originales de los éxitos reunidos en la colección.
La calidad del material estaba garantizada y al verlo y escucharlo la pregunta que surge es ¿por qué no se le había ocurrido antes a nadie?
Abre el volumen uno “Polka la silla”, pieza instrumental que incluye un texto introductorio en la voz de Eduardo Alvarado Ginesi. Otro acierto, pues su textura se ajusta a la del clásico locutor de estación de música norteña.
Viene luego “Cielo Nublado” de Calixto Cuevas y la mencionada “Ingrato Amor”.


Para cantar “Tragos Amargos”, Pesado llama al escenario a Eliseo Robles y en “Mi cómplice” el invitado es “Don Chayo” Sánchez de “Los Cardenales de Nuevo León”.
Obviamente que para interpretar “Abrazado de un poste” el invitado no podía ser nadie más que Lorenzo de Monteclaro, quien por lo visto debe tener pacto con el diablo, pues luce igual que como recuerda el Perro que estaba en los años setenta.
Para cantar “Prenda querida” agarra el acordeón “de botones” don Lupe Tijerina (qepd) de “Los Cadetes de Linares” y con esta canción al Can casi siempre se le meten en los ojos muchas basuritas, de esas que son arrastradas por los vientos del recuerdo. La canción es un trozo de oro del soundtrack de su infancia.
En las cumbres de un verde mezquite
tristemente cantaba un jilguero
y decía en sus cantares tan tristes
como daña un amor traicionero.
Por lo poco que pude entenderle
son sus penas igual que las mías
porque yo que si supe quererte
sin pensar en que me olvidarías.
Vuelve, vuelve, bien de mi vida
mira que sufro por tu abandono.
Vuelve, vuelve, prenda querida
por lo pasado yo te perdono.
Esperando que vuelvas conmigo
yo vendré cada noche de luna
aunque sea por querer mi castigo
o de plano me mande a la tumba.
“Te creí decente” la canta Pesado a dúo con Kiko Montalvo, un sentido bolerazo en el estilo que más le gustaba a la finada suegra del Perrucho redactor. Nada mejor que esta canción para acompañar unos tequilas.
Pesado canta “Abeja reina” con don Arnulfo López de “Los traileros del norte”, grupo que la convirtió en todo un hit hace ya algunos lustros. Con Ramiro Cavazos es el dúo para interpretar “Te vas ángel mío”, una sentidísima canción de despedida.
Te vas ángel mío
ya vas a partir
dejando mi alma herida
y un corazón a sufrir.
Te vas y me dejas
un inmenso dolor
recuerdo inolvidable
me ha quedado de tu amor.
Pero hay cuando vuelvas
no me hallaras aquí
irás a mi tumba
y allí rezaras por mi.
Veras unas letras escritas ahí
con el nombre y la fecha
y el día en que fallecí.
Crimen y castigo, pecado y penitencia. Toda una bomba sentimental comprimida en menos de tres minutos.
Otra “shulada” de canción es “Pero cómo voy a odiarte”, cuya interpretación recae en la voz de don Catarino Leos, cantante principal de los legendarios “Rancheritos del Topo Chico.” Se trata de una icónica canción a la pérdida del amor en el ocaso de la vida:
Pero como voy a odiarte
si me diste lo más lindo de tu vida
los veinte años a mi lado
los cumpliste
hoy te vas
que diosito te bendiga.
Estoy triste al saber que me abandonas
como un niño, yo de ti me he enamorado
pero no tengo derecho a retenerte
si me diste de tu vida demasiado.
Si es que me ves llorar
ya no des un paso atrás.
Si es que ya estas decidida
tienes derecho a vivir
¿qué te puedo yo ofrecer en el
ocaso de mi vida?
Todo un himno a la madurez sentimental y racional. Una buena pieza de despedida, ya de camino rumbo a la salida de la vida. Ideal telón de fondo musical para simplemente apagar la luz y dejar el escenario.
Pero el disco sigue y cierra con “Mi casa nueva”, para la cual Pesado invitó a Javier Ríos, la mitad de talento de esa chingonería que se llamó “Invasores de Nuevo León”.
El volumen II mantiene el “feeling” y el concepto: éxito tras éxito sin dar oportunidad al aburrimiento o el tedio.
Los de Pesado se avientan solitos tres “al hilo”: “Quiero que sepas”, “Las tres mujeres” y “Como estar con Dios”. ¡Ajúa!, ¡ajúuua!, y ¡salud!, le parece al Perro el comentario más adecuado. Y vea si no:
Quiero que sepas
que sigo el camino
por donde dejaste
marcado tu paso.
Ando buscando
que tu me perdones
y que si se puede
otra vez me hagas caso.
Quiero que sepas
que yo reconozco
que tuve la culpa
de perder tus amores.
Quiero también
escuchar de tus labios,
que si no hay cariño,
que no haya rencores.
Voy de vereda
en vereda buscando,
aquel amorcito
que supo quererme.
Lo ando buscando
con grandes urgencias,
antes (de) que en el vicio
ya pueda perderme.
Para el primer dúo del segundo volumen el invitado resulta inmejorable: don Lalo Mora canta “Me refiero a ti”, a la que sigue “Me compré una cantina”, canción a dúo con don Chayo Sánchez.
“Recuérdame y ven a mí” la cantan con Eliseo Robles. Está canción en particular, no estaba en los registros musicales de la memoria canina del redactor, pero tiene todo para estar en la lista de “clásicas del norte”, si tal cosa existiera.
Tú fuiste lo más lindo de mi vida
me hiciste feliz
¿para qué negarlo?
Te quise como a nadie querré
y tu recuerdo aquí en mi mente, llevaré.
Mis amigos,
los que te conocieron,
me dijeron
que dijiste que dijeran
que no sufra más por ti.
Que ya me olvide yo de ti,
que en paz te deje ya vivir,
que ya con otro eres feliz
y que recuerde que yo a ti te dije algún día
que solo quería tu felicidad.
Sigue tu feliz con él
que ya yo no me interpondré,
pero, si acaso termina tu felicidad
Recuérdame y ven.
Ven a mí.
En una colección como la propuesta por Pesado no podía quedar fuera la súper clásica “Flor de capomo”, que cantan con don Lupe Tijerina de “Los Cadetes”, aunque el Can la recuerda más en la versión de Carlos y José.
Sigue “Chiquilla cariñosa” a dueto con don Catarino Leos y luego el corridazo de “Laurita Garza” en la cual toca Javier Ríos. Don Lupe Tijerina canta con Pesado “Una página más” y Arnulfo López, “Somos ajenos”, otra canción con letra “pegadora”:
Sé que me voy por quererte
porque eres ajena
y yo soy también.
Y siento celos de verte
que vas por la calle
y caminas con él.
Y de pensar que en tu casa
también él te abraza
quisiera morir.
Y de pensar que te ama
llorando en la cama
no pude dormir.
Anoche soñando estaba
que contigo me casé
y después por la mañana
y después por la mañana
cuando desperté lloré.
A veces quisiera olvidarte
cuando a solas pienso
que tengo un hogar
a una mujer pertenezco
tu tienes a un hombre
a quien debes amar.
¿Cuántas canciones no habrán surgido de los amores imposibles por prohibidos?, se cuestiona el Perruno redactor.
Viene “Miel amarga” de “Los tremendos gavilanes” (no confundir con “Los Gavilanes del Norte”), un tema más bien sólo para iniciados, lo mismo que el tema de cierre, en el cual Beto Zapata se da el gusto de cantar con su papá —de quien dice—, heredó el gusto por la música norteña. Se trata de “Alma, vida y corazón” de Cornelio Reyna.
La idea ha resultado tan exitosa para Pesado que ha dado lugar a versiones similares como la “Los amigos del rancho”, colección de canciones grabadas en una reunión informal de compositores.
Pesado tiene incluso una versión “en vivo”, a nivel masivo del concepto “Desde la cantina”. Sí, así como se oye: hay una versión “en vivo” de un disco grabado “en vivo”.
El disco es bastante exitoso y puede ser localizado fácilmente en YouTube, pero bueno, no está de más que el Can deje por aquí alguno de los links: http://bit.ly/2i8hI77.