El Perrito de Víctor Opinión

SOUNDTRACK 19. La real y única música pesada

Por: El Perrito de Víctor

Camina el Can por el pasillo de un centro comercial próximo a su casa. A su lado, y “sujetando su correa”, va su domadora. De las bocinas colocadas estratégicamente en una de las cada vez más raras tiendas de discos y videos de la ciudad salen las notas de un acordeón, un bajo sexto, un bajo y una batería. Son el marco y telón de fondo de una clásica voz “norteña”.

Perro y dueña se detienen. Escuchan y entran en el lugar para averiguar de qué material se trata. Explica la domadora a su bien entrenado compañero que la canción en cuestión la cantaba su mamá cuando hacía sus labores domésticas…y quiere ese disco lo cante quien lo cante.

Piensa el perrucho que la nostalgia es un producto atractivo y muy vendible.

La pieza musical es “Ingrato amor” de José Reyes Flores y aunque antes de ese día el Can no la había oído, no puede evitar sentir una cierta reminiscencia hacia su propia niñez. Esa canción, o una canción así, también la pudo haber cantado su padre, su madre o un vecino. El chiste es que cumple en todo con el perfil de recuerdo entrañable.

Ingrato amor.

Amor ingrato.

Amor que se aleja

y en el alma deja

tristeza y dolor.

Ingrato amor,

amor que un día

mataste a mi vida

abriendo una herida

en mi corazón.

Ingrato amor

que tanto lloro

más ya no imploro

besar esa boca

que tanto bese.

Ingrato amor

pedacito de mi alma

amorcito que tanto adore.

Ingrato amor…

Drama, llanto y sentimentalismo exacerbado. “Ser cursi es ser mexicano”, dice por ahí, en algún lugar el siempre ocurrente (aunque pocas veces profundo) Carlos Monsiváis y sí, ¿no?

El disco es “Desde la Cantina”, volumen 1, un acoplado de CD+DVD en el que el grupo rescata los éxitos más sonados de la música regional del norte del país.

El DVD está grabado efectivamente en una cantina real de Guadalupe, Nuevo León y para su elaboración, la agrupación encabezada por Beto Zapata (acordeón y voz) y Pepe Elizondo (bajo sexto y segunda voz), invitaron a los intérpretes originales de los éxitos reunidos en la colección.

La calidad del material estaba garantizada y al verlo y escucharlo la pregunta que surge es ¿por qué no se le había ocurrido antes a nadie?

Abre el volumen uno “Polka la silla”, pieza instrumental que incluye un texto introductorio en la voz de Eduardo Alvarado Ginesi. Otro acierto, pues su textura se ajusta a la del clásico locutor de estación de música norteña.

Viene luego “Cielo Nublado” de Calixto Cuevas y la mencionada “Ingrato Amor”.

Para cantar “Tragos Amargos”, Pesado llama al escenario a Eliseo Robles y en “Mi cómplice” el invitado es “Don Chayo” Sánchez de “Los Cardenales de Nuevo León”.

Obviamente que para interpretar “Abrazado de un poste” el invitado no podía ser nadie más que Lorenzo de Monteclaro, quien por lo visto debe tener pacto con el diablo, pues luce igual que como recuerda el Perro que estaba en los años setenta.

Para cantar “Prenda querida” agarra el acordeón “de botones” don Lupe Tijerina (qepd) de “Los Cadetes de Linares” y con esta canción al Can casi siempre se le meten en los ojos muchas basuritas, de esas que son arrastradas por los vientos del recuerdo. La canción es un trozo de oro del soundtrack de su infancia.

En las cumbres de un verde mezquite

tristemente cantaba un jilguero

y decía en sus cantares tan tristes

como daña un amor traicionero.

Por lo poco que pude entenderle

son sus penas igual que las mías

porque yo que si supe quererte

sin pensar en que me olvidarías.

Vuelve, vuelve, bien de mi vida

mira que sufro por tu abandono.

Vuelve, vuelve, prenda querida

por lo pasado yo te perdono.

Esperando que vuelvas conmigo

yo vendré cada noche de luna

aunque sea por querer mi castigo

o de plano me mande a la tumba.

“Te creí decente” la canta Pesado a dúo con Kiko Montalvo, un sentido bolerazo en el estilo que más le gustaba a la finada suegra del Perrucho redactor. Nada mejor que esta canción para acompañar unos tequilas.

Pesado canta “Abeja reina” con don Arnulfo López de “Los traileros del norte”, grupo que la convirtió en todo un hit hace ya algunos lustros. Con Ramiro Cavazos es el dúo para interpretar “Te vas ángel mío”, una sentidísima canción de despedida.

Te vas ángel mío

ya vas a partir

dejando mi alma herida

y un corazón a sufrir.

Te vas y me dejas

un inmenso dolor

recuerdo inolvidable

me ha quedado de tu amor.

Pero hay cuando vuelvas

no me hallaras aquí

irás a mi tumba

y allí rezaras por mi.

Veras unas letras escritas ahí

con el nombre y la fecha

y el día en que fallecí.

Crimen y castigo, pecado y penitencia. Toda una bomba sentimental comprimida en menos de tres minutos.

Otra “shulada” de canción es “Pero cómo voy a odiarte”, cuya interpretación recae en la voz de don Catarino Leos, cantante principal de los legendarios “Rancheritos del Topo Chico.” Se trata de una icónica canción a la pérdida del amor en el ocaso de la vida:

Pero como voy a odiarte

si me diste lo más lindo de tu vida

los veinte años a mi lado

los cumpliste

hoy te vas

que diosito te bendiga.

Estoy triste al saber que me abandonas

como un niño, yo de ti me he enamorado

pero no tengo derecho a retenerte

si me diste de tu vida demasiado.

Si es que me ves llorar

ya no des un paso atrás.

Si es que ya estas decidida

tienes derecho a vivir

¿qué te puedo yo ofrecer en el

ocaso de mi vida?

Todo un himno a la madurez sentimental y racional. Una buena pieza de despedida, ya de camino rumbo a la salida de la vida. Ideal telón de fondo musical para simplemente apagar la luz y dejar el escenario.

Pero el disco sigue y cierra con “Mi casa nueva”, para la cual Pesado invitó a Javier Ríos, la mitad de talento de esa chingonería que se llamó “Invasores de Nuevo León”.

El volumen II mantiene el “feeling” y el concepto: éxito tras éxito sin dar oportunidad al aburrimiento o el tedio.

Los de Pesado se avientan solitos tres “al hilo”: “Quiero que sepas”, “Las tres mujeres” y “Como estar con Dios”. ¡Ajúa!, ¡ajúuua!, y ¡salud!, le parece al Perro el comentario más adecuado. Y vea si no:

Quiero que sepas

que sigo el camino

por donde dejaste

marcado tu paso.

Ando buscando

que tu me perdones

y que si se puede

otra vez me hagas caso.

Quiero que sepas

que yo reconozco

que tuve la culpa

de perder tus amores.

Quiero también

escuchar de tus labios,

que si no hay cariño,

que no haya rencores.

Voy de vereda

en vereda buscando,

aquel amorcito

que supo quererme.

Lo ando buscando

con grandes urgencias,

antes (de) que en el vicio

ya pueda perderme.

Para el primer dúo del segundo volumen el invitado resulta inmejorable: don Lalo Mora canta “Me refiero a ti”, a la que sigue “Me compré una cantina”, canción a dúo con don Chayo Sánchez.

“Recuérdame y ven a mí” la cantan con Eliseo Robles. Está canción en particular, no estaba en los registros musicales de la memoria canina del redactor, pero tiene todo para estar en la lista de “clásicas del norte”, si tal cosa existiera.

Tú fuiste lo más lindo de mi vida

me hiciste feliz

¿para qué negarlo?

Te quise como a nadie querré

y tu recuerdo aquí en mi mente, llevaré.

Mis amigos,

los que te conocieron,

me dijeron

que dijiste que dijeran

que no sufra más por ti.

Que ya me olvide yo de ti,

que en paz te deje ya vivir,

que ya con otro eres feliz

y que recuerde que yo a ti te dije algún día

que solo quería tu felicidad.

Sigue tu feliz con él

que ya yo no me interpondré,

pero, si acaso termina tu felicidad

Recuérdame y ven.

Ven a mí.

En una colección como la propuesta por Pesado no podía quedar fuera la súper clásica “Flor de capomo”, que cantan con don Lupe Tijerina de “Los Cadetes”, aunque el Can la recuerda más en la versión de Carlos y José.

Sigue “Chiquilla cariñosa” a dueto con don Catarino Leos y luego el corridazo de “Laurita Garza” en la cual toca Javier Ríos. Don Lupe Tijerina canta con Pesado “Una página más” y Arnulfo López, “Somos ajenos”, otra canción con letra “pegadora”:

Sé que me voy por quererte

porque eres ajena

y yo soy también.

Y siento celos de verte

que vas por la calle

y caminas con él.

Y de pensar que en tu casa

también él te abraza

quisiera morir.

Y de pensar que te ama

llorando en la cama

no pude dormir.

Anoche soñando estaba

que contigo me casé

y después por la mañana

y después por la mañana

cuando desperté lloré.

A veces quisiera olvidarte

cuando a solas pienso

que tengo un hogar

a una mujer pertenezco

tu tienes a un hombre

a quien debes amar.

¿Cuántas canciones no habrán surgido de los amores imposibles por prohibidos?, se cuestiona el Perruno redactor.

Viene “Miel amarga” de “Los tremendos gavilanes” (no confundir con “Los Gavilanes del Norte”), un tema más bien sólo para iniciados, lo mismo que el tema de cierre, en el cual Beto Zapata se da el gusto de cantar con su papá —de quien dice—,  heredó el gusto por la música norteña. Se trata de “Alma, vida y corazón” de Cornelio Reyna.

La idea ha resultado tan exitosa para Pesado que ha dado lugar a versiones similares como la “Los amigos del rancho”, colección de canciones grabadas en una reunión informal de compositores.

Pesado tiene incluso una versión “en vivo”, a nivel masivo del concepto “Desde la cantina”. Sí, así como se oye: hay una versión “en vivo” de un disco grabado “en vivo”.

El disco es bastante exitoso y puede ser localizado fácilmente en YouTube, pero bueno, no está de más que el Can deje por aquí alguno de los links: http://bit.ly/2i8hI77.

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