El Perrito de Víctor Opinión

SOUNDTRACK 17. Música para gente normal

Por: El Perrito de Víctor

Al Can no deja de sorprenderle la variada selección de temas que contiene la carpeta de preferencias personales de su heredera en el canal de videos YouTube.

La música va de edulcoradas bachatas a movidos temas de hip hop urbano; oscila entre éxitos de bandas sinaloenses a temas pop de artistas desconocidos para el redactor, pero a los cuales augura una corta estancia en el firmamento musical nacional y/o internacional.

De acuerdo a los registros del mencionado mix, la hija del redactor lo mismo disfruta de un reggae en español del argentino Dread Mar I o de Los Cafres, que de una salsa de Marc Antony, para de ahí dar un triple salto mortal hacía canciones de Los Plebes del Rancho o de Christian Nodal (espero que esté bien escrito).

Supone el perro que los gustos musicales son ahora así: menos ortodoxos. Y eso debe ser bueno.

Para los contemporáneos del Can, integrantes de la llamada “generación X”, los gustos musicales de los jóvenes ochenteros eran cosa seria. (Bueno para algunos, no para todos).

La taxonomía más o menos se distribuía así: cumbiancheros, gruperos, norteños y rockeros y aún en esta última categoría había marcados matices, porque no era lo mismo un punketo que un heavymetalero y ni qué decir de lo que podía pasar si un integrante de ésta última tribu se topaba con alguien a quien se le ocurriera confesar que le gustaba el rock en español.

Y más aún, dentro del rock en castellano, quien oía el rock urbano capitalino o era seguidor de la corriente llamada rupestre era poco probable que aceptara por lo menos conocer a las agrupaciones argentinas y mucho menos a las españolas, que a principios de los años noventa prácticamente proliferaron.

Como muchos sospecharán, el Can no lo sabe todo y por ello le gusta charlar con gente que sabe más que él para que le enseñe, le relate anécdotas o comparta datos de toda clase de música. Así ha tejido entrañables amistades.

Una de ellas, inició en la cabina de luz y sonido de un pequeño teatro. La compañera del Can se hacía cargo de las luces en el ensayo de un montaje mientras el perrucho debía permanecer atento a la ambientación sonora y al fondo musical del mismo.

La memoria del Can no da para tan finos detalles, pero lo cierto es que esa charla inicial derivó en la música de Queen, a quien la chica conocía mucho mejor que el perro hocicón.

Sin embargo, quedó establecido que más o menos empataban en gustos: rock en inglés, pero no muy alocado, digamos Queen, Phil Collins, Fine Young Canibals, Pet Shop Boys y así.

En cuanto a rock en español el panorama, por lo menos para el gusto compartido, resultaba incierto. Había coincidencias en la preferencia por Caifanes, Real de Catorce, Rockdrigo González y más tarde compartirían una marcada afición por Jaime López.

No eran raras las veces en que el motivo de sus encuentros posteriores fuera el compartir una nueva grabación, el Can y su melómana amiga gustaban de los descubrimientos.

Lo que no podía prever el redactor era el nivel de prejuicio existente (ya desde entonces) hacia cualquier manifestación musical que tuviera olor a Televisa. Y éste fue un motivo de confrontación entre el can y su amiga. A él le parecía muy buena la grabación a comentar, pero ella se resistía siquiera a oírlo porque era del exprotagonista infantil de un programa del Canal de las Estrellas.

El Can había leído buenos comentarios para el disco debut de un trio de talentosos interpretes encabezados nada más y nada menos que por el tecladista de Keny y los Eléctricos, joven que además era el compositor de algunas de sus mejores canciones pero que había decidido emprender el vuelo con su propia agrupación, eso sí, contando con el apoyo de Ricardo Ochoa, productor, guitarrista y en aquel entonces, esposo de Keny.

En fin, el material prometía desde la portada que estaba muy bien cuidada y constaba de una magnifica fotografía en cuya parte inferior había una impresión que incluía un detalle en tinta dorada, rarísima para la época, por costosa. Dicho grupo de rayos dorados enmarcaban una mano en blanco y negro, cuyo dedo índice señalaba al espectador y servía de fondo para el nombre del álbum inscrito en letras rojas: “¡Hey tú!”


El detalle de la tinta dorada, revelaba la alta expectativa que tenía la compañía disquera por su nuevo “producto”: Aleks Syntek y la Gente Normal.

Obviamente el álbum abre con la mencionada “¡Hey tú!”, canción de despecho sin mayor gracia que la de estar excelentemente bien interpretada y grabada. No en vano Aleks había pasado años en estudios de grabación haciéndola “de todo”, incluso de “jalacables”.

Si hay alguien encargado en elaborar la lista de las mejores canciones del rock pop nacional, debe incluir la pieza dos de lado “A” de este disco: “Una pequeña parte de ti”. Que ¿de qué ladra este perro desorientado? De lo siguiente:

Me basta mirar

tu sonrisa

tan cerca de mí

quisiera estar

contigo

toda la eternidad.

Me basta decir q

ue nunca te dejaré

te busque tanto

pero al fin te encontré.

No te quisiera

perder jamás.

Me basta saber, que solo tú

puedes llenar

toda mi vida

con una palabra nada más,

con una caricia nada más.

Me basta una pequeña parte de ti

para ser el hombre más feliz

tan solo con tenerte aquí junto a mí

puedo sentir amor tan solo así.

Simple y sencilla canción, como deben ser, como son, los grandes temas de amor.

Le sigue “Aunque no estés aquí”, tema que se inserta en la mejor tradición dance-pop internacional contemporánea de la época. Algo inédito y único en el panorama musical de aquel entonces, de aquel México que hoy ya no es.

Viene luego “Te quiero así”. Otro tema romántico con todos los ingredientes para volverse un clásico del compositor.

Confusión hay en mi mente…

pensamientos de la gente.

Mírame

estoy sufriendo cada vez más

estoy sufriendo de amor por ti.

Mírame

no me importa lo que digan,

no me importan que me maldigan

y que digan que

me estoy volviendo loco.

Mírame amor

ya no puedo seguir así.

Cierra la primera parte del disco con “Blue Jeans”,  canción que bien pudo no haber existido al igual que la primera del lado “B” “Unos quieren subir”, pero bueno, no todo el disco podía estar bueno.

Viene otra magnifica pieza: “Para poder atraparte”.

Los días que pasan

las horas se gastan

el tiempo se acaba

te siento a lo lejos.

Por más que lo intento

no lleno este hueco

no sé cómo puedo

encontrarte de nuevo

Y yo… me voy transformando

Y tú… no puedes contarlo

Y yo… te sigo mirando allá.

Voy derramando mi vida

como queriendo empaparte

ahogándome en tu recuerdo

para poder atraparte.

Y así como empieza

de pronto se acaba

tú crees estar cerca

y no es suficiente.

Se agotan momentos

también nuestra vida

y tú no has estado

para compartirla.

Por si tres canciones excelentes no fueran suficientes para un solo disco, Syntek agrega una más: “Los poemas”, cuya letra se transcribe a continuación:

Observas las palabras

que se ocultan en mi voz

y miras los secretos

que dibujan mi interior.

Los poemas son la mitad

las frases brotan en ti.

Los poemas son la mitad

cubren la soledad.

Intento reponerme

y desgasto la emoción,

tratando de guardarme

escondido en ti yo estoy.

Los poemas son la mitad

las frases brotan en ti

los poemas son la mitad

cubren la soledad.

¡Guau!, ladra el perro al recordar aquella charla, aquella tarde. Escuchar por primera vez la citada canción. Lograr convencer a su amiga que la grabación valía la pena, que no importan tus orígenes artísticos, igual puedes crear una genialidad.

El perro nostálgico casi olfatea el olor a cigarro y café que debió perfumar el momento. Y no era todo, quedaba aún “Cuando se quiere de verdad”. Canción 100 por ciento pop de altura.

Cierra el disco con “Sombras de papel”, tema perfectamente olvidable, no por intrascendente, sino por ser un intento fallido de cerrar con algo demasiado ambicioso. La canción es buena, no se puede negar, pero no era para este disco, reflexiona el perruno redactor.

¿En qué terminó aquella sesión? Probablemente en empate.

El Can tuvo que admitir que el exintegrante del elenco de “Chiquilladas”, contaba con una cierta ventaja sobre compositores y músicos contemporáneos con similares proyectos. Pero su contraparte no pudo negar que había talento en la música y las letras del disco en mención.

Cual todo un hípster, el comentaristas no puede dejar de reconocer que siente un cierto orgullo por poseer una primera edición del primer disco de Aleks Syntek, ese que grabó antes de volverse masivamente famoso por componer el tema de la película “Sexo, pudor y lágrimas”. “A mí me gustaba antes de que fuera taaan famoso”, concluye el animal.

PD:

El grupo estaba integrado originalmente por: Aleks Syntek, León Chiprut y Michel Rojkind.

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