Por: El Perrito de Víctor
A esta altura del camino el Can Redactor se siente obligado a hacer una confesión: le encanta la cerveza. Pero más que el elixir amargo le gusta disfrutarlo con amigos y sostener largas charlas.
Al calor de unas cheves el can ladra, gruñe y a veces hasta enseña los dientes. Pero también mueve el rabo y agacha las orejas cuando está a favor de algún argumento.
Hubo un tiempo en que el ahora columnista y crítico musical (já) fue un “godinez de oficina” cualquiera. Hasta se disfrazaba con corbata y todo.
Empleado del sector privado, veía con anhelo la hora de salida los sábados por la noche. Era ese el momento de reunirse con su jauría. Las noches se inundaban de vino blanco, jovito y ron y a veces de algún güisqui barato. Sin embargo, lo que casi siempre había eran cervezas.
El Can era joven entonces y tenía físico para aguantar reuniones que se prolongaban hasta la mañana —y a veces hasta la tarde— del domingo. Todo el tiempo, la convivencia, los momentos de risa y discusión sin fin, estaban acompañados de música.
Casi siempre sucedía que al final, sólo uno de todos los integrantes de la manada, aguantaba el paso de la parranda. Extranjero en estas tierras, con su amigo Gustavo, el Can podía rememorar —porque los conocía— los viejos tiempos, aquellos días cuando tres chavos integraban una bandita llamada “Three Soul in my Mind”.
Disfrutaban “Perro negro y callejero”, “Que bonito es no hacer nada”, “Cuando estoy con mis cuates” y “Oye cantinero”.
Aunque el referido material es del gusto del redactor, en esta ocasión quiere comentar el primer disco que grabó el grupo al deshacerse de su baterista original, Carlos Hauptvogel.
En “El Tri Simplemente”, participan Alex Lora (bajo y voz), Sergio Mancera (guitarra), Mariano Soto (batería) y Arturo Labastida “El Papaíto” (saxofón).
Con sólo ocho canciones este álbum tiene ganado un lugar preponderante en la historia del rock mexicano pues se trata de la primera grabación de rock en vender ¡más de cien mil copias! Más aún, contiene el súper clásico “Triste canción”, pieza que catapultó al grupo a nivel internacional.
Abre el lado A con la crónica urbana “Sópleme usted primero”, canción que narra una historia que muy probablemente han tenido que vivir miles de connacionales: el encuentro extorsionador con unos agentes de tránsito.
Le sigue “San Juanico”. Muy a su estilo personal, Alex Lora recuerda el estallido de gas que le costó la vida a cientos de personas en el Distrito Federal un 19 de noviembre (de 1984), cuando empezaba a amanecer.
Viene como tercer tema de la cara A “Vicioso” en donde el compositor presume que su colección es de más de tres mil discos y que, cada que puede, compra más ya que “es un adicto al rock and roll”.
Cierra este lado la aún hoy muy provocadora “Juanita”, pieza que habla justamente del consumo de marihuana. “Está mal que yo lo diga, pero sin ella yo no sería nada”, consigna una de sus estrofas.
El lado B abre precisamente con “Triste canción”, larguísima pieza cuya letra, probablemente, sea la mejor escrita por el poblano Lora. La canción incluye largos solos de guitarra y de saxofón. Una perfecta pieza de rock, así, sin más adjetivos.
La segunda canción es literalmente el anuncio de una cervecería ubicada en División de Norte y avenida Coyoacán llamada “La Curva”. La canción es “Agua mi niño”.
Viene otra narración en “Violencia, drogas y sexo”. Lora informa que conoció a una productora que le ofreció hacerlo famoso con sus canciones pero sólo si no las cantaba en español.
Cierra el álbum con un cover del “Profeta del Nopal”, Rockdrigo González y es nada más y nada menos que “Metro Balderas”.
Adiós Mariano
Hace ya algún tiempo, a través de su cuenta oficial de Twitter, Alex Lora informó de la muerte de Mariano Soto, el bataco de los cuatro primeros discos de “El Tri”.
Recordó el Can redactor una entrevista que le hicieron al músico hace ya algunos años para el canal de YouTube “Buscando el rock mexicano”.
En esa ocasión, recuerda el músico cómo se unió a la banda y cómo conoció a Alex Lora.
Resulta interesante la parte en que Soto rememora algunos de los problemas técnicos que tuvieron durante la grabación. Señala, por ejemplo, que simplemente no podían microfonear la batería en el estudio por el número de tambores y platillos que incluía.
Más importante para la historia, supone el Perrucho desjuiciado, resultará su versión sobre su salida de El Tri.
Sin pelos en la lengua, señala francamente que lo echaron por cuestiones de dinero. La innombrable, como llama a Chela Lora, comenzó a entrometerse en el manejo del grupo y como vio que era un magnifico negocio por igual para todos los integrantes, hizo todo lo posible porque las ganancias fueran sólo para su marido, Alex.
Asegura Soto que los integrantes de El Tri, no sólo eran compañeros de trabajo. Eran amigos. Reconoce que tenía problemas de alcoholismo y de drogadicción, pero agrega que todos los integrantes del Tri estaban igual. Sus adicciones, asegura, sólo fueron un pretexto para dejarlo fuera.
Mariano Soto hacía una reflexión bastante válida. Señalaba que El Tri original estaba integrado por buenos músicos, pero más allá de eso, eran cuatro personas perfectamente coordinadas y acopladas. Juntos hacían grandes e increíbles cosas.
Sin descalificar a los integrantes actuales del grupo de soporte de Alex Lora (y que ya no debería llamarse Tri, agrega el Perro), señala que los fans son quienes deben calificar si la alineación de ahora está a la altura de la original. La perruna opinión del redactor es que no.
El disco completo en http://bit.ly/2h8dHeM.